¿PODEMOS SER ACTIVOS FRENTE A LA MIOPÍA DE LOS NIÑOS?
Es una pregunta reincidente en los gabinetes de optometría. A ningún padre le gusta que sus hijos tengan que llevar gafas por un problema visual, como pueda ser la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo. La miopía es una condición ocular en la que el ojo está “desenfocado” para los objetos lejanos. El niño miope ve muy bien de cerca sin gafas (para leer o escribir), pero por ejemplo, con solo una dioptría de miopía las cosas se ven borrosas a partir de un metro (pizarra, televisión,…). Y la borrosidad será mayor cuanto mayor sea el grado de miopía.
En la hipermetropía la borrosidad es más acusada cuando se hacen actividades en visión próxima, y el astigmatismo produce una distorsión de los objetos tanto de lejos como de cerca. Pero si todos estos defectos refractivos provocan borrosidad en una u otra distancia ¿por qué la miopía es “peor” que la hipermetropía o el astigmatismo?. Básicamente por dos motivos:
- Porque puede ser progresiva (o sea que va aumentando con el paso del tiempo) y ello es habitualmente a consecuencia de que el ojo sigue creciendo, alargándose.
- Porque cuanto mayor es el grado de miopía, mayores son los riesgos de sufrir enfermedades en la retina de adulto.
Sabemos que las últimas investigaciones sobre la miopía, indican que hay factores genéticos y ambientales que influyen en que a un niño le suba más o menos su miopía. Contra los genéticos, de momento, nada se puede hacer, pero sí que podemos actuar frente a los ambientales. ¿Qué son los factores ambientales? Pues todo aquello que envuelve al niño y a su actividad cotidiana. Serán buenos hábitos por ejemplo una alimentación variada, realizar descansos cuando se está leyendo o trabajando con el ordenador, mantener una buena postura y no acercarse demasiado a la tarea, no ver la televisión con la sala totalmente a oscuras, realizar actividades al aire libre,…. lo que podríamos denominar normas de higiene visual.
Cuando se le diagnostica miopía a un niño y el profesional de la visión les dice a sus padres que tiene que llevar gafas, hay varias cosas a tener en cuenta. El uso de gafas (o lentes de contacto) tiene el objetivo de que el niño vea bien de lejos. Su uso no influye en la evolución del defecto refractivo. Dicho de otra forma, no por el hecho de usar las gafas continuamente vamos a frenar el avance de la miopía.
Se nos puede pasar fácilmente por la cabeza pensar en una futura cirugía refractiva que libere a nuestro hijo de tener que llevar gafas de adulto. Y que por tanto, no sería preocupante que le fuese subiendo la graduación, si finalmente cuando tenga la edad apropiada, se podrá operar y librarse de toda la graduación. Incluso puede creerse que desaparecerá la problemática asociada con la miopía a partir de ese momento. Pero eso no es cierto. El paciente miope que se somete a una cirugía refractiva sigue teniendo los mismos riesgos de sufrir enfermedades de retina que antes de operarse, el ojo seguirá siendo igual de “largo”. Por ello es interesante que llegado el caso, en el momento de operarse el valor de la miopía sea el mínimo posible.
Teniendo todo esto en cuenta, podremos comprender fácilmente que tan importante es que el niño use sus gafas continuamente, sobretodo de lejos (para ver bien por la calle, en clase, la televisión, haciendo deporte, en el parque…) como intentar frenar el avance de la miopía, lo que podríamos denominar “controlar” la miopía.
¿Podemos hacer algo entonces para intentar frenar la miopía de nuestros hijos?
La respuesta es sí. Se puede.
Además de las ya comentadas normas de higiene visual, existe un tratamiento denominado ortoqueratología u orto-k que actualmente sería la técnica de elección para este objetivo. Consiste en la adaptación de unas lentes de contacto que se usan solo mientras se duerme, de forma que moldean la córnea consiguiendo que el paciente, tras quitárselas al levantarse, vea bien durante toda la jornada, sin necesidad de usar gafas o lentes de contacto durante el día.
Hay estudios científicos(1)que indican que este tratamiento ayuda a niños y adolescentes a controlar su miopía, a que no avance tan rápido como con gafas. Además, la ortoqueratología es un tratamiento seguro y reversible. Si se dejan de usar las lentes durante unas noches el ojo recuperará de nuevo su forma, y volverá a su situación original, por lo que la ortoqueratología no es ninguna contraindicación para que el niño pudiera someterse a una cirugía refractiva de adulto si se diesen las condiciones apropiadas.
El óptico-optometrista, profesional sanitario primario de la salud visual, tras haber realizado un completo examen visual y valorar sus resultados, podrá recomendar éste u otros tratamientos para el correcto cuidado de la salud visual de los más pequeños.
Para más información sobre la ortoqueratología se puede visitar la página web de la Academia Europea de Ortoqueratología: http://www.eurok.eu/es
Joan Pérez
Optico-Optometrista
Vice-Presidente de la Academia Europea de Ortoquertología
Comentarios recientes